miércoles, 6 de julio de 2016

CAPITULO FINAL (PRIMERA PARTE)




—Así que ya estás casada —dijo Patricia, tomándose bien la noticia—. De todas formas vas a tener un banquete enorme.


Paola asentía, de acuerdo con ella.


—¡Enorme! —rio.


Pedro permanecía a un lado, apoyando uno de sus magníficos hombros contra la pared. Mientras Patricia y Paola empezaban a planear, Paula se limitó a mirarlo fijamente, diciéndole con los ojos que desearía que estuvieran solos. Él le devolvió el mismo mensaje, pero fue más pícaro. Sus ojos descendieron y se centraron en sus pechos, luego volvió a mirarla a los ojos mientras ella contenía la respiración e imaginaba lo que él podría estar pensando, lo que podrían estar haciendo en ese preciso instante.


—¿Qué ocurre? —preguntó la tía Mary conduciendo al interior a Aldana y Alma, que saltaron de inmediato sobre la encimera de acero.


—La tía Pau va a tener bebés —dijo Alma mientras cogía un palito de zanahoria y empezaba a mordisquearlo.


Se oyó un golpe sordo en la puerta trasera cuando la tía Mary dejó caer las dos bolsas de la compra, así como su bolso.


Un momento antes, había un caos de gente hablando, las niñas riendo y murmullo por todas partes. Pero con aquel anuncio se produjo un silencio absoluto.


Incluso Aldana y Alma dejaron de masticar sus palitos de zanahoria y alzaron la vista, intentando averiguar con sus grandes ojos azules qué iba mal con los adultos de sus
vidas.


—¿Estás embarazada? —susurró la tía Mary por fin. Oyeron un grito amortiguado de su madre, que estaba justo detrás de su hermana.


Paola y Patricia observaron a Paula, pidiendo disculpas con la mirada antes de volverse hacia su madre y su tía.


—Bueno, sí —dijo Paola aclarándose la garganta—. ¡Pero descuidad! — dijo con una sonrisa falsa enorme—. ¡Ya está casada!


Mary y Maggie miraron a Paula, que por entonces ya estaba levantada, estrujándose las manos con nerviosismo.


—Puedo explicároslo —dijo rápidamente.


Anduvo hacia Pedro, que hasta entonces se había sentido relajado, casi divertido, con la escena que se desarrollaba ante sus ojos. Deslizó el brazo en gesto protector alrededor de su cintura y la besó en la frente.


—Mamá, tía Mary, este es Pedro Alfonso. Mi marido.


Las dos mujeres, todavía boquiabiertas, miraban a Paula, que seguía en silencio. Sólo eso ya resultaba raro, porque aquellas mujeres eran unas cotorras.


—¿Casada? —dijo Mary finalmente.


—¿Embarazada? —añadió Maggie.


Pedro dio un paso al frente y rodeando a Paula con un brazo, extendió la otra mano hacia su nueva suegra.


—Ya sé que la manera en que hemos hecho las cosas ha sido poco convencional y que, cuando oiga toda la historia, no le voy a gustar mucho, pero le aseguro que quiero a su hija. Con cada fibra de mi ser. Y le demostraré cuánto la
quiero cada día de mi vida.


Maggie y Mary seguían observándolos.


Paula se preocupó cuando ninguna de las dos dijo nada.


—¿Mamá? Tía Mary, es una buena noticia —les dijo.


Aldana se rio nerviosa y Alma la mandó callar.


—¡Están haciendo cosas de mayores! —le dijo a su hermana.


Aldana tenía aquella mirada en los ojos, una mirada que siempre significaba problemas.


—Creo que tendría que casarse otra vez —le dijo a todo el mundo—. Alma y yo vamos a llevar las flores juntas. Así podemos poner dos filas de pétalos.


Maggie y Mary se volvieron para mirar a las chicas. Aquello pareció romper el silencio. Volvió a desatarse el caos.


—¡Puedes estar segura de que vas a volver a casarte, ya lo creo que sí! — dijo Mary dando un paso al frente. Maggie se agachó para recoger la compra.


—¡Y daremos un banquete! —informó su madre. Aquellas dos tampoco iban a echarse atrás.


Pedro rio por lo bajo y estrujó a Paula.


—Tenías razón —le dijo al oído—. Son maravillosas.


Paula rio y lo abrazó, sintiendo una vez más que el mundo volvía a ser un lugar perfecto.







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