lunes, 4 de julio de 2016

CAPITULO 19 (PRIMERA PARTE)




Paula pensó en reír, a sabiendas de que estaba bromeando con ella sobre su ropa interior de algodón, pero cuando la boca de Pedro se enganchó a su pezón, se dio por perdida. 


Ya no era posible pronunciar palabra y lo único en lo que podía pensar era en quitarle la ropa para poder tocarlo.


La corbata suponía un problema, pero decidió ignorarla y centrarse en desabrocharle los botones. Cuando por fin hubo desabrochado varios, sus dedos se sumergieron y se extendieron bajo la tela. Suspiró cerrando los ojos mientras volvía a explorar su piel una vez más.


Pedro gimió al sentir sus dedos suaves, vacilantes. Incorporándose, se arrancó la ropa de cuajo, observándola mientras ella se ponía de rodillas sobre la cama. Cuando se desnudó, volvió a cogerla de las manos, estirando sus dedos. Le encantaba la manera en que lo tocaba.


—Mujer, llevas demasiada ropa —le dijo desgarrando la tela de algodón con los dedos. Tenía demasiada prisa como para tomarse unos segundos más para quitársela.


—Mejor —dijo cuando estaba desnuda frente a sus ojos centelleantes.


Levantándola, volvió a echarla sobre la cama. —Llevo pensando en hacer esto desde la última vez que te saboreé —le dijo levantando sus piernas, recorriendo el interior de su muslo a besos.


Paula quería reír, encantada de que la deseara con tanta urgencia como sentía ella, pero su boca y sus manos bloqueaban su habilidad para hacerlo. Cuando la boca de Pedro cubrió su entrepierna con los labios, Paula exhaló un grito mientras se arqueaba en su boca. Quería saborear aquel placer, experimentar el hacer el amor con Pedro tanto como fuera posible, pero cuando la tocaba no podía resistirse. Él tenía el control y sabía exactamente cómo tocarla, dónde tocarla para hacerla gritar y estallar.


—Eres mía —le dijo cuando su cuerpo dejo de estremecerse—. ¿Lo entiendes, Paula? —espetó. Pero no le dio oportunidad de responder. Cubrió su boca con un beso que hizo que le diera vueltas la cabeza.


Pedro apartó su boca de la de Paula y sacudió la cabeza, tratando de despejarse de alguna manera.


—No me puedo contener, Paula—dijo casi a modo de disculpa mientras deslizaba las manos por su cuerpo—. Déjame entrar, amor —dijo mimosamente, tanteando más abajo con su miembro duro. Cuando ella suspiró y se levantó para él, este se deslizó fácilmente en su entrepierna—. ¡Joder, te sientes increíble!


Cuando los dedos de Paula descendieron por su pecho, estuvo a punto de perder el control en ese instante. Le encantaba la manera en que lo tocaba y nunca había perdido el control así. Si no lo hiciera sentir tan bien, se resentiría con ella por sus reacciones indisciplinadas. En lugar de eso, se inclinó más cerca animándola a que siguiera tocándolo.


En el momento en Paula se incorporó y lo besó en el centro del pecho, no pudo resistirse más. Empujando hacia su interior, bajó la mano y la ayudó a llegar al clímax. Habría respirado aliviado cuando se estrechó en torno a él, gritando su nombre, pero estaba demasiado ocupado disfrutando de su propio orgasmo como para hacer nada más que sujetarla tan suavemente como podía.


Cuando recobró la respiración y consiguió volver a enfocar los ojos, se desplomó contra el colchón, atrayéndola hacia sí. Mientras observaba el techo, se preguntaba sobre su incapacidad de controlarse alrededor de aquella mujer. 


¿Qué tenía que lo hacía volverse loco con la necesidad de poseerla, de llevarla tan cerca del borde del deseo antes de verla caer por el acantilado? Estaba tan guapa cuando
gritó su nombre. Todo su cuerpo se arqueó contra el suyo, tirando de él hacia lo más profundo y llevándoselo con ella.


Entonces, al agitarse el vello en su pecho con el suspiro de felicidad de Paula, se dio cuenta de que no le importaba por qué lo hacía, o cómo. Se giró sobre ella para volver a empezar todo el proceso, decidido a aceptar que aquella mujer podía bloquear su autocontrol como nadie más había podido hacerlo nunca.


Y se aseguraría de que ella estuviera tan fuera de control como él.






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